La ciudad intermedia. Una solución urbana sostenible

Dra. Maridalia Rodríguez-Padilla

Artículo publicado en el Diari de Tarragona el 13 de febrero de 2022

 

En una entrega anterior nos referimos a la ciudad equilibrada, y concluimos que para poder alcanzarla su planificación debía integrar elementos de distintos modelos urbanos. De ahí surge precisamente la iniciativa de estudiar la ciudad intermedia en la búsqueda del balance entre el espacio urbano y el natural.

La ciudad intermedia puede definirse bien siguiendo factores cuantitativos, como el número de población que la compone, menos de un millón de habitantes (Roig, 2014), o bien atendiendo a factores cualitativos como los relativos a los servicios ofrecidos (salud, educación, transporte, comercio, etc.). No obstante, para algunos autores la ciudad intermedia supera tanto el ámbito espacial como el poblacional abarcando asuntos como la gobernanza económica y el impacto medioambiental (Llop, Iglesias, Vargas, Blanc, 2019), la cual, además, se integra en un sistema de ciudades partiendo de su propia estructura social, económica y cultural (Maturana y Rojas, 2015).

La referida ciudad es un híbrido que integra lo urbano con lo rural, y suele tener capacidad, gracias a su extensión superficial, para superar los principales obstáculos de la compacidad y la difusión urbana. Es en este aspecto donde destaca la sostenibilidad de las ciudades intermedias, en las que se identifica una expansión más controlada, una densidad moderada y una mayor diversidad morfológica y tipológica respecto a su planificación urbanística (Fortuny y Peremiquel, 2020).

De acuerdo con la Cátedra UNESCO de Ciudades Intermedias (2019), estas ciudades ofrecen importantes ventajas como: mayor aplicabilidad de la economía circular y de proximidad, mayor diversidad urbana, destacando espacios culturales menos transformados y mayores espacios verdes, distancias más cortas entre los principales equipamientos y núcleos residenciales y un importante aumento de la calidad de vida de sus habitantes a un coste inferior al de las grandes ciudades, lo que explica la recepción de una migración de tipo bidireccional (rural-urbana y urbana-rural).

De hecho, las ciudades intermedias presentan un importante crecimiento a nivel mundial superando en número a las grandes urbes (Llop, 2014) y ello supone una oportunidad para la sostenibilidad que promueven instrumentos internacionales como la Agenda de Naciones Unidas para 2030. En el caso de Cataluña, por ejemplo, el conjunto de ciudades intermedias de alrededor de Barcelona acoge incluso un rango de población mayor que la propia metrópolis (INE, 2021). No obstante, el crecimiento de la población urbana mundial continúa concentrado en las grandes urbes, tanto que para 2050 más del 65% de la población mundial vivirá en grandes ciudades (Naciones Unidas, 2019).

El pronóstico anterior se mantiene a pesar de los desplazamientos urbano-rural provocados por la pandemia del Covid-19. De hecho, Naciones Unidas (2020) señala que algunas conquistas importantes relativas al alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como la protección de la biodiversidad y la respuesta a la crisis climática, podrían verse frustrados con una excesiva migración fuera de las ciudades. Lo anterior lleva a la inferencia de que el modelo de ciudad compacta se mantiene como opción principal para el cumplimiento de los ODS. Ahora bien, ello no excluye a las ciudades intermedias, especialmente cuando funcionan como redes policéntricas conectadas a grandes y pequeñas ciudades y siguen una planificación urbana integral.

Finalmente, la Nueva Agenda Urbana de la ONU subraya la necesidad de aplicar políticas y apoyar planes de ordenación territorial integrados, policéntricos y equilibrados, que alienten la cooperación entre ciudades de diferentes escalas, fortaleciendo la función de las ciudades de tamaños pequeño e intermedio. Sin embargo, en España tanto a nivel estatal como regional, incluida Cataluña, ya sea por razones presupuestarias o por falta de coordinación local, el desarrollo de las ciudades intermedias como estrategia para equilibrar la densidad metropolitana y el despoblamiento rural sigue siendo una asignatura pendiente a tan solo 8 años para alcanzar las metas de la Agenda 2030.